Virginia hizo un comentario en un post que escribí hace un tiempo y eso me hizo pensar en la utilidad de Internet en el proceso de migración, algo que no todos los inmigrantes ni los que los asesoran en el proceso tienen siempre en claro.
Todavía hoy, luego de 5 años de haberme instalado en Québec, me ocurre que desde la universidad algunos estudiantes de maestrías o doctorados hacen correr la voz de que necesitan inmigrantes que respondan a sus grillas de encuestas para determinar la importancia del contacto por Internet en el proceso de inmigración, ya sea en la etapa de información previa hasta el momento de insertarse laboral y socialmente en su nuevo país de acogida. Cuando veo cuánto se repiten estos intentos, me sonrío porque pienso cuántas repeticiones hacen falta para que un conocimiento sea probado. Y será porque tal vez una realidad no forma parte de los conocimientos compartidos hasta que las cosas se comprueban, se escriben y se publican!
No todas las personas tienen facilidad, aún hoy, para darse cuenta del enorme potencial que tiene la comunicación a través de Internet, democratizando la información, dando a cada cual la posibilidad de expresarse con quienes quieran compartir puntos de vista.
Recuerdo que cuando comenzamos nuestro proceso de inmigración a Canadá, empezamos a buscar distintos foros de Internet para asesorarnos. Era una época (aunque no haga tanto tiempo, parecen décadas en cuanto a la popularización de estos modos de comunicación) donde no existían tantos blogs de personas que cuentan su proceso ni tantos sitios de fotos ni menos aún Googlemaps, con su facilidad para “situar al muñequito amarillo” sobre las coordenadas del departamento que nos ofrecen para alquilar, saliendo a recorrer el barrio, observando la fachada de la propiedad y… tantos etcéteras!
En la época que comenzamos nuestro proceso, no existían tantas cosas que existen hoy, pero sí podíamos contar con los foros de inmigración que resultaron de una utilidad fantástica para nosotros. Nos pusimos en contacto con grupos de argentinos y otros latinos que vivían en las ciudades que nos interesaban como futuro hogar. Y allí empezamos con nuestras preguntas. Pronto nos enteramos que se hacían en nuestra ciudad reuniones de personas que estaban encarando el mismo proceso, que se encontraban para conversar y compartir información y allí íbamos, con nuestro temor a lo desconocido, porque no siempre es fácil presentarse por primera vez en un grupo de gente que ya se ha visto antes. A veces se reunían para despedir a una familia o persona sola que viajaba. A veces, alguien que ya vivía en el sitio que nos interesaba, llegaba de visita y nos hacía el honor de sentarse con nosotros a comentar, de primera mano, sus experiencias. Si bien estos encuentros eran insuperables a nivel de la información que necesitábamos, una “yapa” como decimos en Argentina con todo aquello que viene extra, como de regalo, era el contacto humano entre pares, la posibilidad de hablar de nuestros miedos y nuestras esperanzas. Las personas que están llevando a cabo un proceso de emigración deben enfrentar un verdadero revoltijo emocional que normalmente no tienen con quien compartir: muchos guardan silencio frente a sus familias, o porque sienten que no serán comprendidos o porque quieren ahorrarles angustias hasta tanto no tengan las cosas más seguras. A veces, con los amigos, también se guarda silencio porque muchos reaccionan mal, no saben cómo expresar su pena por la futura separación (de la que no siempre son conscientes) y hasta pueden mostrarse indiferentes, o peor aún, agresivos y descalificadores frente al proyecto de la persona que quiere emigrar. Es así como estos encuentros servían no sólo de información sino también de válvula de escape de tanto vapor emocional.
Cuando el momento se iba acercando, iban y venían mails desesperados que comentaban los progresos y los obstáculos, gritos de ayuda y pedidos de información de momentos en los que el proceso parecía detenerse o demorarse por un papel que falta, por una crisis de último momento: enfermedades repentinas, esguinces y fracturas, quiebras económicas, crisis laborales, obstáculos con la venta de las propiedades y tantas otras dificultades grandes de cosas que nos ocurren, claro, cuando estamos enfrentando cambios grandes.
Entonces, estaba el grupo presente ya sea en persona o virtualmente, dando apoyo, animando y explicando, enviando a la distancia exclamaciones de júbilo cuando los obstáculos se resolvían y el proceso parecía ponerse en marcha otra vez.
Como no todo son rosas, en los foros de Internet, si estos son mas o menos abiertos y no moderados, nunca falta algún flamer que oculta su identidad para dar rienda suelta a formas de compensar su frustración y sus decepciones tratando de molestar a otros. Pero su aparición se reduce a la nada cuando el grupo está ocupado en su propia tarea útil y los manda de paseo o los ignora.
Mapas, vínculos de sitios de Internet, comparación de precios, páginas con direcciones de organismos, indicaciones de cómo resolver un trámite, listas de escuelas por barrios, descripciones de pasos a resolver, listas de cosas a traer, chistes, canciones, sugerencias de películas a mirar, consejos, saludos, preguntas… todo viajaba envuelto en el sobre virtual del mail para saludar a los ansiosos aspirantes a inmigrantes. Con el tiempo, se incluyeron las conferencias por Skype u otros soportes, en tiempo real, donde la posibilidad de la voz ponía risas, tonos y exclamaciones a esa mano tendida a través de los kilómetros. Y luego, al llegar a la ciudad elegida, algunas caras reales de aquellos con los que habíamos compartido tantos momentos virtuales nos hacían comprender que esos contactos a distancia habían sido más reales que muchos de nuestros encuentros con personas que ya conocíamos!
Durante el proceso de instalación, nunca falta un mail de alguien que –ya en el momento de renovar sus cosas- aparece con la pregunta: “Alguien necesita una lavadora y secadora que funcionan bien? Yo acabo de comprarme unos nuevos así que, avisen en las próximas 48 horas quien lo necesite porque se van al Ejército de Salvación!”. “Gente, el sábado 6 de agosto nos reunimos para el asado anual en Sherbrooke, 4 dólares la entrada y hay kayacs y botes libres para el que quiera… Incluye el carbón para los que llevan carne, che!” (ya está, ya pasé el aviso!).
Asi que cuando me vengan de nuevo a preguntar para qué sirve Internet en esta comunitaria aventura de migrar, les voy a hacer leer este post y a ver este extracto de Youtube:
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