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lunes, 16 de junio de 2008

Algo más que el idioma

A medida que nos vamos "especializando" en el uso de un idioma y en la integración a una cultura diferente nuestros desafíos se van complejizando y a la vez vamos comprendiendo en la práctica que la comunicación tiene diferentes niveles.

Los otros días un amigo nuestro mostraba su dedo índice y lo presentaba al grupo con el nombre de "mi dedo políglota" y todos reímos porque coincidimos en haber vivido también la misma experiencia de señalar lo que queremos cuando no encontramos la palabra para pedirlo (recurso antiguo!! Todavía recuerdo a mis hijos sentados en la sillita alta y señalando con el dedito pegoteado el tarro de miel, pidiendo más).

Otra amiga me contó que cuando recién había llegado a Québec le avisaron que las cajeras de los supermercados le iban a ofrecer de manera inentendible infinidad de cosas a cuál más peligrosa así que –por las dudas- ella tenía que decir que no. Siempre que no. Esa repetición de no, no, no… le trae más de un problema porque hay quien se le ocurre pensar que cada vez que una mujer dice “no, no” quiere decir que sí. Ella, por las dudas, sigue diciendo que no… Lo cual – siempre hablando del supermercado- no importa mucho porque en esencia, lo que las cajeras repiten tiene que ver con ofrecimiento de bolsas, preguntarte si te quedó algo en el carrito… o si aceptas hacer una donación de…x. Así que no te perdés nada si decís que no.

Los otros días hablaba con la coordinadora de una institución que ofrece orientación psicológica a parejas y familias donde yo colaboro como “intervenante” en español y le comentaba que yo aceptaba que iba a pasar quizá bastante tiempo hasta que yo pudiera trabajar como psicoterapeuta en francés no sólo por el manejo de la lengua sino por el conocimiento de tantos aspectos culturales nuevos para mí.

“No me parece… -me dijo- Aparte del hecho de que se te entiende perfectamente cuando hablas y lo mismo, se nota que entiendes todo en la comunicación, a mí, de manera personal, me parece que uno se comunica con el otro más allá de la palabra. En tu caso, queda bien claro en tu mirada, en la actitud de escucha… en tus observaciones, aunque a veces busques una palabra o trates de confirmar si se entendió. Yo me siento en comunicación contigo mucho más que con otras personas que nacieron aquí y que conozco hace años…”

Su comentario me aportó un apoyo adicional a pesar de que –en lo que hace a los canales de comunicación- no me había dicho nada que yo no supiera: me he pasado años dando clases de psicodrama, cursos especiales sobre la comunicación no-verbal y sobre cómo realizar la técnica del doble que nos permite, entrando dentro de la escena y adoptando la misma postura corporal que el protagonista, comenzar a experimentar lo que la persona está sintiendo y no puede decir. Hace poco, buscando material sobre técnicas creativas en el aprendizaje de idiomas entré en contacto con la psicodramaturgia lingüística, una técnica también basada en el psicodrama donde a partir del acompañamiento corporal se puede “sostener” al alumno en su inmersión en la lengua extranjera que está comenzando a aprender.

Este fin de semana viví una experiencia que me confirmó una vez más la existencia de los distintos canales de información que tomamos en cuenta en la decodificación de los significados.

Estaba invitada a un evento social (quebequense) en un hermoso chalet al borde del lago donde había gente de todas las edades y un gran va y viene de jóvenes en traje de neoprene volviendo a la casa después de hacer esquí acuático. Presa de un apuro que se intensificaba con el correr de los minutos… por tercera vez toqué el picaporte de lo que me habían indicado como “la toilette” encontrándola cerrada. Apoyando la oreja, una vez más detecté un constante ruido de agua que corre. ¿Sería un baño, entonces, o un armario con un lavarropas?

Ante la duda, vi pasar a una señora mayor que salía de la cocina y le señalé la puerta preguntándole si era allí que estaba el baño. Y parece que la anciana dama me había visto en mis intentos infructuosos porque con decisión se aproximó a la puerta, golpeo cuatro veces con gran estruendo y gritó una larga frase perentoria con un acento incomprensible donde solo reconocí “más de veinte minutos”, “arriba hay más baños”. Algo me hizo anticipar la identidad del personaje y sonriendo le pregunté: “¿usted es de la familia?” “chui la grandmere” me contestó orgullosa, aunque no necesitaba confirmación porque su gesto y mi experiencia me confirmaron lo que no me dijo: que sólo puede ser una abuela (madre de madre que trabaja) la que puede golpear con tanta autoridad la puerta de un baño para hacer salir a los apurones a un adolescente con cara de culpable, pelo mojado y traje de neoprene en la mano.

Atravesaremos entonces un primer nivel de dedo políglota… una comunicación básica de compras en comercios… El nivel de la lectura donde los conceptos pasan como a través de un colador… El nivel donde la malla del colador se va cerrando y algo memorizamos. Otro nivel donde lo dicho por otros entre las estanterías del supermercado comienza a tener algún sentido… Un nivel donde empezamos a registrar lo que dicen niños y adolescentes y hasta alguna anciana dama que otro amigo apodó “Madame Corega”… Y el humor… uno de los niveles más difíciles de captar.

Y aun si algo falla… la invalorable ayuda del dedo políglota, siempre al alcance de la mano…





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