Los otros días descubrí entre las banderitas que marcan las ciudades desde donde visitan este blog, que algún alma que aún no tuve la suerte de conocer, se había asomado desde Villaviciosa.
¡Villaviciosa!! En Asturias, España…
Estuvimos allí en el año 2001.
Nos deteníamos a tomar algunas fotos y a filmar algún video en lo que fuera el pueblo natal de la abuela paterna de mi esposo. Y mientras él filmaba el bello paisaje y una ventana de una vieja casa abandonada y derruida, casi podía escucharse el silencio apenas quebrado por el suave sonido del viento… Fue allí que se detuvo sobre la ventana cerrada, última vestigio en pie de la casa derruida. Y mientras la filmaba, el viento empujó y las ventanas se abrieron de par en par, como si hubiese detrás una presencia que quisiera mostrársenos en su esplendor.
Nos tomamos unas fotos más, entre césped verdísimo y flores blancas, y en nuestro interior bailaban mil duendes que nos hablaban de presencias más allá del límite de la razón y el tiempo.
Si desde Villaviciosa vuelven por aquí… y alguien recuerda a una niñita llamada Laurentina Vega que viajó a Argentina en 1909, escribanme!
Los caminos de Internet son inescrutables.
“Si no esperas, no hallarás lo inesperado
que está sellado y es impenetrable”
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